viernes, 28 de octubre de 2011

Néstor vive en el pueblo


Por Martín Sabbatella Diputado nacional. Presidente del Bloque Nuevo Encuentro.


La huella que dejó Néstor Kirchner tiene la dimensión y la profundidad que sólo logran los grandes hombres y las grandes mujeres de la historia. Fue un militante que supo ganarse, por acción y por estilo, un lugar significativo en nuestras vidas; el lugar que merecen quienes transforman realmente la sociedad en la que les toca vivir. Néstor fue un hacedor tan paciente y obstinado como impetuoso y rupturista; un dirigente que se dedicó a cambiar necesidades por derechos. Nada menos.

Ante el cálculo posibilista, se jugó a correr los límites, a ir un poco más allá. Ante la extorsión conservadora, desafió lo establecido y se animó a poner adentro mucho de lo que estaba afuera: personas marginadas, derechos que no eran respetados, oportunidades negadas, debates censurados.
Kirchner fue audaz y decidido. Una locomotora en la construcción política y en la acción gubernamental. 



Tan enérgico y duro con los adversarios, como sonriente, contenedor y exigente con los compañeros y compañeras, fueran del partido que fueran.

La etapa inaugurada por su gobierno clausuró uno de los períodos más oscuros de nuestra historia y abrió las puertas a una recuperación de la política como herramienta de transformación de la realidad. Lo público volvió a ser un asunto de todos y todas. El Estado se colocó nuevamente en el centro de la escena para garantizar y motorizar un desarrollo más inclusivo y solidario. La Democracia se enriqueció, desde 2003, con una participación cada vez más amplia y profunda, que sin dudas estuvo incentivada desde el ejemplo de alguien que promovió debates y se metió de lleno en cada uno ellos.

Néstor se hizo cargo de un país hundido y lo logró sacar del pozo poniendo de pie la economía nacional, fortaleciendo vínculos con los gobiernos de la región, enfrentando la mentira y la manipulación de los organismos financieros, priorizando la reducción de la pobreza y el desempleo, recuperando instituciones fundamentales como la Corte Suprema de Justicia y, entre otras cosas, negándole la impunidad a los represores y genocidas.


Por todo ello, sin dudas, Néstor vive en el pueblo.
Junto a su gestión transformadora plantó sobre el escenario nacional las bases de lo que tal vez sea una nueva identidad política. Esta etapa que vivimos, ahora con el liderazgo y la potencia de Cristina, puede ser fundante de una identidad nacional, popular, democrática. Un nuevo paradigma político, cultural, económico y social, en el que seamos capaces de superar matices y diferencias, de asimilar las diversas tradiciones que nos constituyen y de edificar una gran alternativa popular capaz de defender lo construido en estos años. De defenderlo y de avanzar en lo que aún está pendiente.
Existen condiciones excelentes para que eso ocurra y para que esta no sea una etapa transitoria que recordemos con nostalgia dentro de algunas décadas. Nos faltará en este desafío la energía de un gran militante como Néstor. Pero contamos con el compromiso ejemplar y la militancia inclaudicable de su compañera de toda la vida, que día a día, ensancha el carácter histórico de este presente.

Con el recuerdo luminoso de quien nos llenó de dolor con su temprana partida, pero también de alegrías por lo que supo y quiso construir. Con la voluntad transformadora de Cristina y con la decisión de millones de argentinos y argentinas estoy seguro de que vamos a lograrlo.

Fuente :Tiempo Argentino

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